El ser humano ha demostrado ser capaz de superar las adversidades. Es de hecho esta capacidad de superación y supervivencia la que le ha permitido a la sociedad humana evolucionar hasta alcanzar las estrellas, como sucede hoy.
Si lo llevamos al contexto del emprendimiento y la superación personal son incontables las historias de hombres que, víctimas de la vorágine laboral y las diferencias sociales se han visto envueltos en deudas y dificultades que les han obligado a innovar para crecer y superarse.
Ejemplo de esto es la historia del fundador de “La Insolencia”, una cadena de comida rápida que hoy produce 3000 sándwiches al día en las calles de la capital de su país y cuenta con una nómina de 30 empleados. Hoy conocerás la historia de Matías Leiva, quien para el año 2015 solo tenía 10 dólares en el bolsillo, endeudado hasta el cuello y sin saber qué comería al final del día.
Inicios:
Matías Leiva nació en Chile, específicamente en la localidad de La Ligua en el año 1982. Cuando era muy joven viajó a la capital de su país para formarse como cura en un seminario. Estudió por más de cuatro años, hasta que se percató que la vida sacerdotal no era a lo que quería dedicarse.
Así, con 21 años y con poca experiencia laboral debió enfrentarse a distintos trabajos para sobrevivir. Entre los muchos oficios que desempeñó destacan el de profesor, también como parte de empresas de transporte y otros trabajos que no pagaban más de 800$ al mes.
Otro problema que tuvo que enfrentar fueron las deudas. Llegó a amasar una deuda con el banco de más de 12 mil dólares que no podía honrar dado su mal manejo de las finanzas y sus pocos ingresos. Contaba con 33 años de edad en ese entonces.
En 2015 recibió su sueldo en una empresa dedicada al comercio exterior y se dispuso a pagar las cuotas de sus deudas bancarias. Estuvo a punto de llorar cuando se percató que solo le habían quedado 10$ para él y apenas había llegado a la quincena.
Al borde del colapso y por el desespero de no saber cómo subsistir hasta obtener su siguiente pago, se le ocurrió una idea que marcaría un antes y un después en su vida. Fue a un supermercado a comprar ingredientes para preparar emparedados y venderlos en las calles de Santiago.
El dinero que tenía apenas le alcanzó para hacer una docena de emparedados de jamón y queso. Leiva cuenta que salió nervioso y lleno de vergüenza a la calle, pero contrario a lo que él esperaba, los vendió con mucha rapidez antes de la hora de entrada a su trabajo.
Cuando terminó su jornada laboral de ese día fue a comprar más ingredientes y salió en compañía de su mejor amigo a vender más. Esta vez, tenía 18 sándwiches disponibles. Leiva es un hombre observador y se percató del comportamiento de los consumidores y sus competidores (otros vendedores de comida callejera).
Comprendió que debía diferenciarse de sus competidores para poder adquirir mayores ventas; Sus competidores directos no ofrecían variedad. Su amigo y él volvieron a vender todo lo que habían hecho y consiguieron el dinero suficiente para hacer productos de mejor calidad. Al día siguiente volvió a las calles con su amigo, pero aumentaron la cantidad de emparedados a 20 y los vendieron rápidamente.
Comenzaron entonces a percibir mayores ingresos y ventas diarias de más de 50 unidades. Tres meses más tarde Leiva y su socio de negocios debieron contratar a un primer ayudante. El negocio comenzó a tomar forma y así decidieron ponerle nombre al proyecto: La insolencia.
La Insolencia:
El nombre de la empresa obedecía a la filosofía de vida que había caracterizado a Matías, especialmente desde que había comenzado a tener problemas financieros. Para poder tener éxito “hay que ser insolentes ante la vida, actuar sin pena ni miedo, para poder encontrar la felicidad y disfrutar día a día”.
Como había notado antes al observar a sus competidores directos, sabía que la imagen y presentación personal eran cruciales para lograr mejores y mayores ventas, por eso él y su socio decidieron diferenciarse de los demás vendedores saliendo a vender con su mejor ropa, delantal y un gorro característicos que pudiesen diferenciarlos de los otros vendedores de comida.
Adicionalmente, los emparedados se llevaban en un canasto de madera y trataban a los clientes de una manera sumamente respetuosa. En muy poco tiempo “La Insolencia” se abría su propio nicho del mercado en el centro de Santiago de Chile: Gente que necesitaba comer algo saludable, a buen precio y les permitiera ir rápido a su oficina.
Leiva también se aprovechó de los horarios de los locales comerciales, que usualmente se abrían a partir de las 10 de la mañana, por lo que él se iba mucho más temprano a comercializar sus emparedados y les aseguraba a los trabajadores su desayuno.
Otra estrategia que llevó a cabo para seguir incrementando sus ganancias siempre desde un punto de vista socialmente responsable, fue la de ayudar a personas que tuviesen problemas económicos sumándolos a la empresa. Todos los que se incorporaron comenzaron a desempeñar roles de importancia en su emprendimiento, tales como control de calidad a control de ventas.
La empresa comenzó a formalizarse y logró establecerse en un lugar del centro de Santiago donde podía preparar los emparedados. La empresa iniciaba operaciones a las 5 de la mañana y se preparaban emparedados con ingredientes frescos y de calidad gourmet.
Ya para las 7 de la mañana habían vendido todos los productos del día. Para 2016 ya Matías podía decir que tenía independencia financiera y cumplía el sueño de decirle a su madre que ya no sería necesario que trabajase como niñera, pagándole un salario “vitalicio” sacado de las ventas que lograba “La Insolencia”.
En 2017 un medio de comunicación chileno supo de la historia de la insolencia y le hicieron un reportaje, donde el propio Matías daba su testimonio y experiencias de vida. Esto le dio mayor reconocimiento nacional e internacional a La Insolencia y esto se tradujo en ventas que le generan a Leiva unos 100.000 dólares mensuales.
Controversias:
A pesar del éxito de la empresa, se ha visto envuelta en problemas legales. A raíz del reportaje Leiva recibió la llamada del alcalde de Santiago de Chile, que le informaba que pese a tener una empresa constituida y cumplir con las obligaciones que impone la ley con respecto a los empleados que tiene, no tenían el permiso especial para vendedores ambulantes que exige la municipalidad para poder trabajar en condiciones mínimas.
Sin un local físico, La Insolencia no podría ser acogida por las leyes, razón por la cual la alcaldía comenzó una persecución inclemente contra vendedores ambulantes de todo tipo (no solo la Insolencia) decomisando los canastos y mercancías, asimismo, les multaban con enormes sumas de dinero.
Tal ha sido el impacto de esta guerra declarada por el gobierno de Santiago contra La Insolencia que Matías perdió su empresa debido a que acumuló 100 mil dólares en infracciones.
A pesar de este revés, Matías no se detiene. Actualmente se encuentra planeando un nuevo negocio de comida, aunque con todos los permisos y por supuesto, el local que tanto necesita para evitar problemas con las autoridades.
También vende en solitario emparedados a las afueras de una estación del metro de Santiago y atendiendo pedidos que la enorme clientela de La Insolencia le pide a través de las redes sociales.
Adicionalmente ofrece charlas motivacionales por todo su país con la finalidad de inspirar y motivar a otros emprendedores como él a atreverse a cumplir con sus metas y sueños. La historia de Matías demuestra que para empezar un negocio exitoso no es necesario invertir enormes capitales, sino ofrecer un servicio o producto de calidad a los clientes.