Luis Noboa Naranjo es considerado uno de los empresarios más influyentes y ricos de la historia del Ecuador debido al éxito que empresas como la Exportadora Bananera Noboa y la Industrial Molinera han tenido y su importancia para la industria Ecuatoriana y su crecimiento económico.
Sin embargo la larga hoja de éxitos de Noboa estuvo marcada por inicios sumamente difíciles y de extrema pobreza, de los cuales este hombre supo salir adelante con esfuerzo, constancia, dedicación y templanza.
Biografía
Nacido en una modesta, Luis Adolfo Noboa Naranjo vio la luz en la ciudad ecuatoriana de Ambato, el 1 de Febrero de 1916. 7 días más tarde fue presentado por su tío Jorge P. Naranjo. Noboa era hijo del odontólogo Adolfo Noboa y la costurera Zoila Matilde Naranjo.
Parte de una camada de cuatro hermanos, su padre falleció a muy temprana edad debido a una caída del caballo tras llegar de su trabajo. Debido a esto la familia debió trasladarse a Guayaquil, donde la viuda de Noboa trabajó en un hotel y se dedicó a hacer uniformes para los niños de las escuelas cercanas.
La familia vivía en una cabaña muy vieja con techo de zinc ubicada en la calle Quito, de la citada ciudad. Esta antigua propiedad era de la abuela de los muchachos. Así, debieron dormir todos juntos en una hamaca pues no podían costearse camas individuales para todos.
La ciudad de Guayaquil en aquellos años poseía algunos barrios (Uno de ellos era donde se ubicaba la residencia de los Noboa) cuyas calles en invierno eran intransitables. El clima era duro y la tuberculosis (o peste blanca, como era conocida en el país) diezmaba familias enteras.
En su infancia cursó estudios en las escuelas José María Valverde, Simón Bolívar y Cristóbal Colón. Aunque su madre había convencido a los rectores de estas escuelas a permitirles estudiar sin pagar la mensualidad, debían costearse los útiles, que eran bastante costosos.
Noboa relataba que en una ocasión en su casa no tenían qué comer. Así que él y su hermano fiaron dos sucres de pasteles de diez y veinte centavos a un pastelero que paraba en las afueras de la escuela.
Aunque resolvieron el problema para esa noche, los dos jóvenes hermanos debieron hacer el viaje desde casa al colegio a pie, ahorrando el dinero del pasaje en tranvía para poder costear el pago de los pasteles.
Obligado por las circunstancias, debió abandonar cuando culminó la primaria sus estudios para dedicarse al trabajo y poder llevar qué comer a su familia. Así Luis Adolfo Noboa fue a las calles de la ciudad y trabajó como lustrabotas, vendedor ambulante de revistas, paños de limpieza y estampillas.
También ejerció como anunciador de peleas de boxeo y otros trabajos, que le generaban pocas ganancias. Esta vida, le hizo desarrollar una fuerte personalidad y un sentido de independencia que sería fundamental para después.
En estos años el joven Noboa trabajó para José Salcedo Delgado, el administrador de la Lotería de la Junta de Beneficencia de Guayaquil. Allí se desempeño como vendedor de números, usando un pantalón azul marino, saco blanco y botones dorados como uniforme.
Noboa llegó afirmar en sus memorias que en aquella época fantaseaba con ganarse el premio de 100 mil Sucres de la Lotería para poder fletar un barco y comprar mercancía en Panamá o en los Estados Unidos y revenderlas en Guayaquil. Sin embargo, nunca se atrevió a comprar alguno de los boletos.
Para el año 1928 y ya con 17 años de edad, Noboa ingresó a trabajar como conserje en el Banco Sociedad General de Crédito luego de impresionar con su fuerte personalidad a Juan Xavier Marcos, gerente de aquél banco. Allí laboró hasta el año de 1933.
En 1929 realizó un curso nocturno de contabilidad en el Colegio Mercantil de Marco A. Reinoso. Allí demostró tener una mente ágil para las matemáticas. Noboa era definido como un hombre pragmático y trabajador que resolvía los problemas matemáticos con sorpresiva rapidez.
Con el tiempo solicitó una serie préstamos al gerente del Banco. Uno de ellos se hizo por 3000 Sucres y le aseguró al gerente que le generaría además del pago del dinero, una ganancia de 3000 Sucres más. Noboa no solamente cumplió con el pago de la deuda, sino que cumplió con su palabra.
Posteriormente volvió a solicitar un préstamo, esta vez de 6000 Sucres, en condiciones similares al anterior. Obtuvo un préstamo de 10 mil Sucres, considerados una fortuna para la época. Con este dinero Noboa se dedicó a la compra de remates en la aduana con Marcos como socio.
Esta actividad comercial le generó ingresos importantes, con los cuales pudo montar una pequeña y modesta casa de cambio. En esta se dedicó a la compra-venta de monedas, lotería, souvenirs turísticos, sombreros de paja toquilla, entre otras chucherías. En esta tienda fungía como gerente, contador, cajero y conserje simultáneamente.
El negocio se encontraba cercano al Banco la Previsora, lo cual permitió que el emprendedor trabara amistad con el gerente de aquella entidad: Victor Emilio Estrada Sciacaluga.
Este hombre trató de contratar como subgerente del banco a Noboa, pero este rechazó el ofrecimiento, pues a Noboa no le gustaba girar instrucciones detrás de un escritorio. Así, el gerente le ofreció ser accionista minoritario en “Comercio y Mandato”, que pasaría a llamarse “Comandando S.A”, dedicada a las importación y representación de empresas norteamericanas.
Esta asociación le permitió la compra a pequeña escala de arroz en cáscara pero tuvo un duro revés, pues no tenía los medios para almacenar el arroz, que se le dañó con gorgojo. Aún así, Noboa supo arreglárselas con ayuda de amigos para reflotar su negocio y pagar los préstamos que sus compañeros le hicieron.
Habiendo reflotado su emprendimiento, para 1941 su empresa había crecido lo suficiente como para transportar y exportar 100 mil quintales de arroz en un buque hasta Venezuela, convirtiéndose en el mayor exportador de gramínea de Ecuador.
Así, el joven salía de la pobreza y se convertía en un influyente empresario. En esta época, trabajó para Víctor Emilio Estrada Sciacaluga por un lapso de ocho meses como representante de varias empresas. También trabajó como ejecutivo para una empresa automotriz mientras paralelamente continuaba con el negocio del arroz.
Para la década de los 50, exportó banano para la Standard Fruit Company, una transnacional estadounidense que había llegado al Ecuador en aquella época debido al Mal de Panamá, que había afectado a todas sus plantaciones en Centroamérica.
El banano en ese entonces era un producto marginal y las exportaciones apenas eran del 4%. Tampoco existía una buena infraestructura que permitiera adquirir la fruta por medio de carreteras.
Fue aquí cuando la sociedad entre la empresa norteamericana y la empresa de Noboa dió inicio: Noboa tenía lanchas por medio de las cuales la Standard Fruit Company podía retirar los bananos por vía fluvial.
Así constituyó la “Compañía de Comercio y Transporte S.A”, que posteriormente pasaría a llamarse “Exportadora Bananera Noboa”.
Posteriormente, en el 56, comenzó a exportar banano por cuenta propia al continente Europeo y a otras partes del mundo. Para la década de los 60, adquirió la concesión de la marca Quaker Oats y luego, compró Molinos Poultier, creando así la Industrial Molinera y la Exportadora Bananera Noboa.
Paralelamente, seguía en el negocio del arroz. En este ámbito logró comprar la hacienda San Luis de Jujan, que era conocida como una gran productora de arroz en donde instaló una piladora. Con esta adquisición se pudo asociar con las firmas internacionales Bunge y Born, de Argentina y Estados Unidos.
Con esta sociedad pudo extender su exportación a mercados como el de Japón, Sudáfrica y la India. Para la década de los 70, Noboa se trasladó a la ciudad de Nueva York y desde esta ciudad se hizo dueño absoluto de las empresas que había fundado. Así, fundó el Grupo Noboa.
En la década siguiente, el ahora empresario adquiere los codiciados Molinos Poultier en Lacatunga, cuya responsabilidad dejó en manos del ingeniero Richard Watt. En 1981, contrató a Konrad Linder, un técnico alemán que debía realizar cambios y montar maquinarias italianas modernas que permitieron aumentar a niveles superiores las capacidades de su empresa.
Actualmente estas empresas producen alrededor de 170 toneladas diarias. Las estrategias de negocios de Noboa permitieron que la industria del banano en Ecuador se modernizara, pudiendo entregar los productos de una manera más adecuada. Noboa constituyó la Pacific Fruit Co y cambió la denominación a la “Exportadora Bananera Noboa S.A”.
Las empresas de Luis Noboa generaban alrededor del 5% del PIB de Ecuador y para la década de los 90, sus empresas contaban con una nómina de 18 mil trabajadores. En el rubro de la industria de la fruta, la “Bananera Noboa” en el cuarto puesto de comercialización de banano a nivel mundial.
Debido a los grandes aportes a la economía de su país, Noboa fue condecorado con toda clase de reconocimientos entre los que destaca el de la cámara de comercio de Guayaquil y la Gran Cruz de la Orden Nacional al Mérito otorgada durante el gobierno de Sixto Durán Ballén Cordobés.
Para el año 1993, Luis Noboa Naranjo comenzó a adolecer de afecciones cardíacas. El año siguiente fue sometido a una operación de by pass. Aunque se recuperó de la operación y salió de alta, Luis Noboa Naranjo falleció el 28 de Abril de 1994. Había salido de alta tres días antes.
Legado
Además de su inspiradora historia, Noboa fue un hombre crucial para la modernización de la industria de la fruta en Ecuador. Como se ha dicho, gran parte del PIB de este país se debía a la poderosa industria bananera que Luis Noboa había construido.
Esto no es más que una muestra de su filosofía de vida, basada en el trabajo: “no importa qué tipo de trabajo sea, lo importante es trabajar. Es la única manera de salir adelante.” Noboa decía “cuando una persona trabaja más, se olvida de la política y crea bienestar. Cuando se tiene bienestar nadie piensa en matar, en fusilar ni en conspirar”.
Su filosofía de vida, definitivamente, se resumía en una frase poderosa: La Base fundamental para el hombre es tener trabajo, abundante y honorable.
Y no podía estar más en lo cierto. Un gran proyecto solo se logra a través del trabajo esmerado. Es por eso que un emprendedor no debe dejar nunca de trabajar en función de su proyecto, pues el trabajo es la clave del éxito.