La inventiva es una de las cosas que caracteriza a las mentes más brillantes. Esa es la frase que caracteriza al ingenioso Jay Sorensen, quien supo ver mucho más allá que la media y creó una práctica, pero increíblemente útil funda de cartón para poder sostener los envases de café.
Y es que, aunque en la actualidad es muy común ir a comprar café en cualquier lugar y recibirlo con una funda de cartón para sostenerlo y no quemarse en el proceso, antes de la década de los 90 este práctico invento no existía y fue Sorensen el visionario que encontró una solución al problema de quemarse las manos al comprar café.
Y con ello, se hizo millonario: Hoy conocerás la historia de un agente inmobiliario sin mucho éxito que de la noche a la mañana se hizo rico con unas sencillas fundas para café.
Inicios:
Para el año de 1991 Jay Sorensen se encontraba en la ruina y en la peor época de su carrera como agente inmobiliario. Iba en camino al colegio de su hija cuando tuvo un accidente desafortunado y desagradable, que años más tarde el propio Sorensen agradecería.
En el trayecto al colegio hizo una parada para comprar un café en un autoservicio. Luego de recibirlo volvió a su automóvil y se puso en marcha, pero en una intersección debió maniobrar y como llevaba una de las manos ocupadas con el café y dada la dificultad de sostener el vaso con una mano se derramó el café hirviendo sobre las piernas.
Este amargo accidente fungió como una epifanía para él. Comenzó a cuestionarse la manera en la cual pudiese hacer más sencillo trasladar un café sin quemarse las manos; Decidió trabajar en un nuevo proyecto: idear algo que pudiese facilitar el traslado del café.
Para aquél momento los cafés se entregaban en vasos desechables sin ningún tipo de protección, o se envolvían en una servilleta, por lo cual era sumamente difícil cargarlos, especialmente si estaban calientes.
Cuando regresó a casa y le contó a su esposa Colleen lo que había pasado y lo que tenía en mente, su esposa decidió apoyarlo, convirtiéndose en su socia desde entonces.
Jay intentó hacer varios vasos de café con funda incorporada, pero se percató que no era una idea rentable para las cafeterías. Llevó a cabo toda clase de diseños pero ninguno se adaptaba a lo que él estaba buscando, o consideraba que, en efecto, no eran lo suficientemente rentables.
Fue entonces que decidió cambiar su enfoque y simplificar aún más lo que estaba haciendo. En vez de hacer un vaso nuevo, haría una funda independiente que podría añadirse a los vasos tradicionales que se entregaban en las cafeterías. ¡Lo había logrado, tenía una idea ingeniosa!
Diseñó un prototipo inspirado en la absorción de las toallas de papel y en el cartón que se emplea en las tintorerías para poner en los cuellos de las camisas. Las pruebas en compañía de su mujer fueron exitosas.
Inmediatamente, fue a patentar su invento, pero su abogado le comentó que el proceso de patentar un producto costaba más de 5 mil dólares. En aquél entonces Jay estaba en la ruina, por lo que debió recurrir a sus padres, que le apoyaron aunque sin muchas esperanzas de recuperar su dinero.
Cinco años después, Jay lograba patentar su “Java Jacket”, conocida en español como “Chaqueta de café”.
Java Jacket:
Jay pensó que la manera de vender su producto sería acudiendo a las grandes cafeterías, por lo que pensó inmediatamente en Starbucks Coffee. En aquél entonces la empresa había abierto tiendas por todo Portland dado su enorme crecimiento. Cuando Jay acudió a ellos la empresa mostró muchísimo interés.
Aquí comenzaron los conflictos de intereses: Jay quería solo licenciar los derechos de fabricación de las fundas, pero la empresa quería ser la dueña absoluta del invento. Al no llegar a un acuerdo Starbucks comenzó a trabajar en una versión de las fundas para tazas de café, poniendo en aprietos a Jay y a su esposa, que ahora tenían una carrera contra el tiempo.
Si no aprovechaban la oportunidad de negocios que tenían en sus manos perderían tiempo y dinero invertido. Así, tomaron una decisión: vender ellos mismos el producto en vez de licenciarlo. Invirtieron todo el capital que les quedaba para fabricar las fundas que fuese posible para distribuirlas por todas las cafeterías de la ciudad.
Jay se dirigió a las oficinas de una cadena de cafeterías de portland llamada Coffee People. Se reunió ni más ni menos con el presidente de aquella empresa y le mostró su producto. De esta reunión consiguió una primera venta, cuyas ganancias invirtió en más fundas y en el alquiler de un puesto en el “Coffee Fest” de Seattle, la mayor feria-exposición de cafeterías de todo el mundo.
Sin embargo, no encontraron un puesto con buena ubicación en aquella feria. Pero muy a pesar de ello, dado lo útil y práctico de su producto y que algunos compradores adquirieron las fundas para llevar los cafés que compraban en los distintos stand, se vieron rodeados de dueños de cafeterías fascinados con su “Java Jacket”.
En un solo día consiguieron una cantidad increíble de pedidos, adelantando mucho más a Starbucks. Vendieron todo lo que habían llevado en apenas quince minutos y se llevaron a casa, además de los bolsillos llenos, 150 pedidos de distintas tiendas.
Java Jacket comenzó a venderse como pan caliente, al punto que la pareja despachaba cerca de 100 cajas al día a distintos compradores. Aún con el éxito inicial, tenían que lidiar con el hecho de que su negocio era casero y no podían darse abasto con la enorme cantidad de pedidos que les llegaban.
Tomaron la decisión de reinvertir sus ganancias en la compra de una bodega que les permitiera poder seguir expandiendo su negocio. Para aquél entonces a Jay se le ocurrió personalizar las Java Jacket colocando los logos de sus compradores, puesto que en efecto solían pedírselo.
La expansión fue desde entonces aún más vertiginosa, llegando a vender más de 2 millones de fundas al día. De esta manera Jay y su esposa Colleen se hicieron millonarios.
Starbucks logró hacer su propia funda, llamada “Coffee Clutch”, pero muy a pesar de ser gigantes en la industria del café no fueron capaces de competir contra la “Java Jacket” de Jay Sorensen, que supo comercializar mucho mejor su producto.
Java Jacket tiene en la actualidad una posición privilegiada como una de las cuatro compañías que venden más fundas para vasos de café en los Estados Unidos.
Legado:
Por increíble que parezca, Jay Sorensen revolucionó la manera de tomar café solucionando un problema cotidiano de manera simple. De hecho, grandes inventos en la historia han surgido de esta manera. ¡A nadie se le había ocurrido, pero a él sí y eso le había garantizado el éxito!
La Java Jacket era una solución práctica y útil, además de ecológica, puesto que las cafeterías ya no tenían que recurrir a entregar doble vaso a los clientes o emplear vasos de espuma de poliestireno, que se prohibieron en gran parte de Estados Unidos por el impacto ambiental que generaban.
La empresa también incorporó versiones de su Java Jacket mucho más ecológicas, hechas con papel kraft natural o con materiales reciclables. De hecho, el impacto de este invento fue tal, que la Java Jacket se exhibe en el museo de arte de Nueva York como una de las Obras Maestras humildes de la humanidad, en compañía de inventos como el clip o el bolígrafo.